Efectos psicológicos, la otra cara de la pandemia por COVID-19

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Por CLAUDIA CRISTINA ROSAS


La pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2 ha propiciado cambios en los hábitos y conductas sociales, en la manera de interactuar, en el estilo de vida de las personas y también ha provocado consecuencias psicológicas en la población.

El aislamiento social y la cuarentena durante la pandemia de COVID-19 constituyen medidas efectivas con el objetivo de salvaguardar vidas. Sin embargo, estas medidas traen consigo un importante costo para la salud mental.
Dentro de mi experiencia como facultativa de la salud mental, en consultorio, he atendido con mayor frecuencia pacientes con trastornos emocionales, depresión, estrés, apatía, irritabilidad, insomnio, trastorno de estrés postraumático, ira y agotamiento emocional; vivir solos les provoca o acerva síntomas de depresión y ansiedad generalizada y la existencia de antecedentes de enfermedades mentales (que han dejado de tomar sus medicamentos psiquiátricos y eso les provocan recaídas o crisis).

Estudios recientes confirman que el efecto del confinamiento en los adultos mayores, durante la pandemia de COVID-19 ha conllevado a un profundo deterioro de la salud mental en estas personas.

En algunos estudios se reporta la existencia de miedo recurrente a la muerte, miedo a la separación de la familia, insomnio, pesadillas, síntomas de ansiedad generalizada, síntomas depresivos, aparición de sintomatología obsesiva (lavarse las manos y el aseo frecuente de objetos de uso personal), síntomas de estrés postraumático y también el incremento de uso de sustancias, especialmente de alcohol.
Además, se ha observado un agravamiento de condiciones preexistentes, como la diabetes, hipertensión arterial, angina de pecho y eventos cardiacos, así como de condiciones psiquiátricas (trastornos depresivos, ansiosos, obsesivo-compulsivos, abuso de sustancias y déficit neurocognitivo). Sobre este último aspecto es importante señalar que, posterior a la pandemia, podría observarse un incremento en las quejas relacionadas con el funcionamiento cognitivo, incluso podría incrementarse el número de adultos mayores con síntomas demenciales o de deterioro cognitivo leve (DCL).

Otros elementos potencialmente estresantes son la frustración y el aburrimiento. El confinamiento, la pérdida de las rutinas diarias y la reducción del contacto social son causas frecuentes de frustración.

Además, posteriores al periodo de cuarentena, como principales estresores estarían las finanzas y el estigma (rechazo) social.

¿CÓMO MITIGAR LOS EFECTOS DEL AISLAMIENTO SOCIAL Y LA CUARENTENA?
En la medida que se extiende el tiempo de cuarentena podría observarse mayor desobediencia civil, mientras que la depresión se desplaza por la ansiedad, la ira y las manifestaciones de violencia se incrementan exponencialmente.

El Covid-19 ha transformado la manera en la que vivimos. Tras el confinamiento, la forma en la que nos relacionaremos cambiará también de manera drástica. En muchos casos, la enfermedad ha impactado de forma directa a personas cercanas, lo que se traducirá en una prevalencia mayor de los problemas relacionados con la salud mental.

En este sentido, nadie duda de la ‘huella’ psicológica y social que la pandemia dejará en la mayoría de la población.

Si la ansiedad se cronifica pueden existir síntomas de bajo ánimo. También hay personas con familiares fallecidos recientemente y que no han podido despedirse de ellos. Estas son situaciones más críticas que pueden derivar en un incremento mayor de la ansiedad o de la depresión, e incluso convertirse en síndromes de estrés agudo; una ansiedad máxima provocada por la impotencia ante la situación. Si estos síntomas se alargan en el tiempo puede provocar ciertas enfermedades mentales, relacionadas con la ansiedad y la depresión.

LAS RECOMENDACIONES

Los efectos psicológicos del confinamiento y de la crisis sanitaria pueden aparecer demorados en el tiempo y presentar tendencia a cronificarse, como es habitual en el curso del estrés postraumático, y otras patologías relacionadas con las medidas de cuarentena que se han observado en el contexto internacional de la crisis sanitaria causada por el COVID-19.

En resumen, se ha observado que la pandemia ha generado un aumento de ansiedad, depresión y estrés postraumático.
Pero también ha enumerado otros motivos a nivel global que pueden estar detrás de la aparición de ansiedad, depresión o estrés postraumático:

  • Repercusión directa de la infección
  • El duelo por pérdida de familiares y amigos
  • Desempleo
  • Medidas de confinamiento
  • Incertidumbre económica
  • Carencias sanitarias: atención primaria, salud mental

Habría que tener en cuenta varias medidas para minimizar estos problemas en el futuro, porque se prevé que aumenten los trastornos mentales por la pandemia y por la recesión económica.

En cuanto a las medidas individuales que cada uno puede poner en marcha: hay que tener en cuenta que es una situación que no ha terminado y que tenemos que seguir afrontando, en la que no hay soluciones globales, cada uno tenemos que afrontar nuestro ritmo de vida, conservar aspectos positivos, descansar (es posible que haya un cansancio acumulado), reanudar cuidados en salud, limitar el flujo de noticias, mantener hábitos de vida saludables (alimentación, sueño, evitar alcohol) y saber que, a veces, hay que optar por ayuda profesional.


La autora es Licenciada en Psicología Familiar, es Psicoterapeuta y cuenta además con Maestría en Psicología Familiar, Especialidad en Neuropsicología y es Docente universitario y de posgrado.

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